lunes, 24 de noviembre de 2008

LAURA, IN MEMORIAM


Nadie podía sospechar nada extraño. Era una pareja normal…Bueno,… tenían sus cosas… Se les veía muchas veces pasear por el barrio. El siempre era muy atento, muy, muy educado…Debió darle un algo, es incomprensible…Cuando me lo dijeron… es que no me lo creía… Vamos, es que aun no me lo creo… y esas criaturas,… qué van a hacer ahora… Ayer mismo vinieron al bar, nada, como siempre él se tomó una cerveza y ella una clara, normal, leyeron el periódico, después pagaron y se fueron, como siempre… a él no se le notaba nada raro. Esta mañana cuando me lo dijo el del videoclub me quedé… No puede ser, dije, pero ya ve, cosas que pasan. ..Algunas veces se oían cosas, pero yo a lo mío… hombre gritos, lo que se dice gritos… para qué negarlo… pues la verdad es que sí…discusiones…todos discutimos alguna vez… las paredes son de papel… Una desgracia… La chica era muy maja…, un tanto callada… siempre estaban juntos… y los niños...




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Laura tenía un sueño, un sueño largo y ancho hasta que aquel día todo cambió…, siempre que recordaba aquel día una lágrima se le escapaba y su mirada se convertía en vacío. Desde aquel día pensó que cambiaría, que él en realidad no era así, antes era de otra forma. Laura vivía con una esperanza, la libertad de opinar, de decir, ¿a quién? A él, a ese él que una vez había soñado, a ese él que formaba parte de un sueño que de repente se rompió. Todo cae, y para ella parece que todo es ya inevitable.
Antes de la primera palabra en voz alta, de aquel primer insulto, de aquel empujón, del tú no sirves para nada, de aquella bofetada, de aquel bofetón, antes del tú cállate, de la primera paliza, de las primeras disculpas, del él no es así, antes no lo era, antes del cambiará, del quizá tenga razón, y es que no lo haré bien… Antes de todo ello, Laura descubrió un día la primera mirada de reproche, el primer silencio. Aquel día no le dio importancia. Antes de la tormenta siempre hay un momento en el que nada se mueve, todos los sonidos cesan como presintiendo un gran golpe…Aquel silencio fue y después lo supo una declaración de guerra.
Laura desde su balcón veía el mar. A veces se comparaba con éste. Ella se había convertido en una simple gota en un gran océano. Parecía que los demás no respiraban su tristeza, su voz cada vez más silenciada, su sonrisa traspasada. Parecía que ya nadie reparaba en ella, si, claro, un saludo, pero sin palabras… Laura tan sólo escuchaba, Laura tan sólo estaba, sola. Por el ruido que las llaves producían en la puerta ella sabía lo que después sucedería. Laura tan sólo era una gota en un mar de pasos, de pisadas, de pesados pasos de miedo…Muchas veces derrotada pensó que alguien vendría de repente, que alguien escucharía sus silencios que eran ya desgarradores, que alguien le diría ven, vete.
Un día llegó y pensaba quedarse, abandonarse a una vida casi programada, muy soñada. Un día llegó sin hacer ruido y sin que la escucharan se marchó. Se fue sin querer irse. Alguien, él, la deportó de su propia vida sin más.
Ayer la encontraron… Y todos al parecer lo sabían, lo sabíamos, todos, al parecer, sabían, sabíamos, que tras aquella puerta todo quedaba difuminado, todos, al parecer, lo sintieron, lo sentimos y así, se llenó el cementerio de flores, de flores y de asesinos, todos, al parecer, la habían matado, la habíamos matado.
Ella, Laura, no fue a su entierro. Hacía tiempo que ya había ido. Todos hablaban de ella, ahora todos hablábamos y hablamos de ella y ella, cansada ya de escuchar, se fue alejando poco a poco con su última mirada puesta en sus hijos mientras minutos de silencio recorrían las calles, minutos de vergüenza en silencio. Laura, cansada ya de tanto silencio, de una vida de silencio no esperó a verse otra vez encerrada y de un salto se alejó ya de todo aquello…

Nació llorando y murió gritando.
Vino desnuda y se fue sin piel…

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